miércoles, 23 de marzo de 2011

El hijo de Fénix y Sísifo


Según la mitología griega, Fénix era un ave de gran tamaño que se consumía por el fuego cada 500 años, para volver a revivir de las cenizas y explotar con toda su gloria. Por otra parte, Sísifo, era un astuto comerciante que cuando bajó al Hades se vio obligado a cargar una enorme roca a cuestas sobre un cerro, pero cada vez que estaba a punto de alcanzar la cima, la roca siempre se le caía y debía empezar de nuevo su tortuoso destino.
Me acuerdo de esto debido al nuevo incendio en el Mercado Oriental, el más grande de Centroamérica, el pulmón y corazón de nuestra economía. Donde a diario circulan miles de nicaragüenses buscando su sustento. Este populoso centro de compras no conoce el: No hay. Ahí podés encontrar desde un perno hasta un auto. Es tan importante que tour operadoras ofrecen visitas guiadas a visitantes extranjeros, ansiosos de conocer íntimamente nuestro país.
Ayer en horas de la noche, tres tramos, o cinco, según diferentes medios, fueron consumidos por el fuego. Esa es una pesadilla recurrente, esa zona de la capital vive en total anarquía, se construye a como se quiere, no como se debe. El librito de Urbanismo no sirve ni para soplarse. El incendio de ayer de acuerdo a preliminares se debió a un cortocircuito provocado por un soldador que se usaba para poner perlines en un tramo. El hidrante más cercano se encontraba a 250 metros de distancia. ¡A 250 metros!
Después del voraz incendio que consumió dos manzanas del Oriental en Agosto 1, la Alcaldía de Managua en conjunto con COMMEMA, supuestamente iban a elaborar un plan para destaquear los alrededores de Ciudad Jardín, ordenar el caos, hacer las vías transitables para camiones cisternas e instalar más hidrantes. A casi tres años todo sigue igual o tal vez peor. Lo único que pudo haber cambiado es el Sistema de Emergencia. Aparte de eso, el mercado sigue siendo el mismo monstruo sucio y aterrador. Y es por esto, que ni las aseguradoras quieren entrar a captar clientes. Ni cobrando pólizas estratosféricas se aventuran a asegurar a comerciantes, que por su mismo irrespeto a las leyes de Urbanismo, no tienen a nadie quien los proteja.
No sé porque ningún gobierno ha querido actuar con mano dura, no ha querido imponer las leyes en un lugar que es sustento para cientos de miles de familias. Es hora de dejar a un lado la blandenguería y empezar a ordenarlo. Basta ya de lamentos y de gritos cuando cualquier catástrofe arrase con buena parte del mercado. Es tiempo de ponerle un alto a este hijo de Sísifo y de Fénix, para que deje de comer barrios enteros.
Este ordenamiento debería de estar coordinado por el Gobierno Central, ALMA, COMMEMA y el Benemérito Cuerpo de Bomberos. Es justo y necesario que dejemos de lamentarnos por algo que bien se puede evitar.

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