viernes, 1 de agosto de 2014

Mi celular y yo.

Llevo menos de la mitad de mi vida usando celular, exactamente 13 años, sin embargo, debo admitir que mi dependencia hacia él, ya raya en lo vulgar. Lo primero que veo al levantarme es a ese aparatito inofensivo y adivinen ¿Qué es lo último que veo al dormirme, pues el celular, para activar la alarma.
Es que verdaderamente el celular es nuestra nueva navaja china. Si te ponés a pensar en todas las cosas que podés hacer con este artefacto. Ya dije la primera, la alarma, atrás quedaron los tiempos en los que me despertaba escuchando la radio. Aparte de eso, el celular le vino a quitar el trabajo hasta al reloj, aunque use un reloj en la muñeca o vea que hay un reloj en la pared, lo primero que voy a hacer es meterme la mano a la bolsa del pantalón y sacar mi teléfono para ver la hora. Sirve como radio, ya nadie escucha la radio, a menos que vayas en un carro, si acaso. Yo por ejemplo, escucho lo que quiero en Spotify, SoundCloud, IHeartRadio o compro las canciones en iTunes.
Ya no necesitás ir al banco, desde la aplicación de Wells Fargo puedo depositar cheques, pagar mis cuentas y saber mi balance. Si tengo algunos chelines ahorrados o me pase de jetón y gasté en lo que no debía. Con el celular podés pagar los servicios básicos, tales como agua, luz, internet, cable, cuenta de teléfono, lo que sea, ahí te lo cobran.
He comprado ropa, libros, tiquetes para ir al estadio o conciertos, pases para el bus, todo, sin necesidad de mover un paso, tan solo con deslizar mi dedo. También le ha usurpado su lugar en mi vida al televisor y hasta los diarios, tengo cienes de días de no gastar un peso en un periódico, sino años. Ya nadie compra mapas ni es necesario conocer la ciudad donde vivis, basta que introduzcas el lugar donde queres ir y en menos de lo que canta un gallo, algún satélite con fines militares te dirá por dónde agarrar para que llegués en el menor tiempo posible. La última pues, hoy bajé una app para ahuyentar a los zancudos, y aunque tenga escepticismo, no puedo negar que a pesar que anduve todo el día bajo el caliente sol floridiano, ni un bendito zancudo se atrevió a picarme. Disclaimer: Esta aplicación me aseguró que aunque no ahuyentara a todos los zancudos, si uno me picaba, el dolor iba a ser menor.

Pero a pesar de tantas bondades de los teléfonos inteligentes, debo decir que me sorprende como me retraigo cuando lo tengo en mi mano, en mesas de tragos o en un restaurante parezco idiota revisando cada segundo alguna red social o viendo cualquier babosada y por ser algunos de ellos tan costosos, hay gente que mata, literalmente, por robar algo tan banal. Espero poder quitarme muy pronto esa dependencia enfermiza hacia mi teléfono, pero mientras tanto ¿Qué aplicación me recomiendan descargar?