jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Por qué no pensás como yo?


Creo genuinamente que la intolerancia es el peor de los males, el SIDA, el cáncer, las armas, los huracanes y más etcéteras se quedan cortos ante tanta recopilación de maldad. No creo que exista en este mundo de seis mil millones una persona que no sea intolerante. A mí me molestan varias cosas, es una larga lista y no tolero la intolerancia. Es que este mal ha causado que se derrame sangre capaz de hacer un río Nilo con el caudal del Amazonas. Es tan extraña que crea apasionamientos que uno no sentiría ni por un familiar. En Nicaragua es normal que los intolerantes cohabitemos. Después del cuecho, la intolerancia es nuestro carnet de presentación. Puede que ser que un hecho no esté dirigido concretamente hacia nosotros pero si los escuchamos se arma la samotana, de repente nuestra cara toma un aspecto serio, como por arte de magia somos eruditos en la materia. Ya me miro cuándo “peleó” con alguien que no está de acuerdo conmigo. Empiezo a hacer memoria y buscar cada detalle que me ayude a salir victorioso del debate y aunque no sea 100% preciso, yo lo aseguro como un hecho irrefutable, como una verdad científica, como un dogma religioso. Cuando pasa una barata o un triciclo empiezo a despotricar contra esa gente y me siento impotente, incapaz de hacer algo que los borre del mapa, me altero cuando miro la doble moral que los nicas tenemos. Me sofoca que seamos tan chovinistas, que apoyemos a X personaje que va a cualquier programa basura y que digamos: Ah no, es nica, aunque el programa sea ¿Quién quiere ser la persona más idiota del mundo? Debo de apoyarla, es que es por el amor patrio, porque está dándole una idea al mundo de donde estamos localizados. Por favor, ese sentimiento “patriota” no fue insertado en mi chip cuando nací. Esa actitud es súper nefasta, pero si vienen una camarilla de delincuentes y se toman la asamblea para crear las leyes que nos deben de regir, no nos importa, con tal de que tenga trabajo no me importa, si yo no trabajo no como. Al carajo el país, de repente que me importa Nicaragua, tal vez sea por eso que el chovinismo no va conmigo. Empecé a divagar y escribir lo que no tolero para absolverme al final. Yo pienso que mi intolerancia es inofensiva. No llega a afectar la vida de las personas, a lo sumo, a algunos de mis amigos que como buenos nicas son intolerantes. La intolerancia que no me gusta es la que crea odio visceral y real. La que provoca muertos por tu credo, tu color y tus opciones. Esa es la que da miedo, la que crea superiores, que apoyados por la fuerza bruta quieren imponer sus creencias. A esa es la que debemos de erradicar. Porque aceptémoslo, ¿A quién no le gusta tirarle un zapatazo a la televisión cuando no nos gusta lo que miramos? Sería un mundo bestial si no fuéramos taaannn intolerantes. Saludos cuatro lectores. Ya divagué más de lo permitido.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Manipulación mediática e ideológica.


Es irritante ver la forma en que la Secretaria de Comunicación de nuestro Gobierno manipula pobremente estas Fiestas Patrias. Hace 189 el bloque de países centroamericanos se emancipo de España, pero nosotros, en este año, seguimos siendo dependientes de los antojos de los gobernantes de turno. A mí me asquea ver como a la par del Pabellón Nacional se pasea libremente la bandera del gobernante Frente Sandinista, un símbolo partidario que quiere igualarse al nivel de nuestra enseña Patria. Es un irrespeto, un abuso de poder que el Gobierno que representa a todos los nicaragüenses, quiera imponernos una ideología mediante el manoseo a nuestros Símbolos Patrios. Miro a los chavalos que andan desfilando para lucirse con los redoblantes, las liras y los bombos, ser utilizados en una combinación Estado-Partido digna de los 30 Años Conservadores, cuando los gobernantes de esa época quisieron pasarse de listos e incorporaron en la Bandera Nacional, la bandera de la Iglesia Católica. Vale recalcar que en ese tiempo, la religión del Estado era el catolicismo según la Constitución. Pero, de acuerdo a un decreto que está vigente en la actual Constitución es ilegal que cualquier bandera, excepto la nicaragüense, esté presente en los edificios públicos. En este país de locos, los directores de los centros educativos, por mantener su puesto, tienen que sacar en los desfiles la rojinegra bandera y poner en las mantas que identifican a sus centros el apellido de Poder Ciudadano. Es repugnante, no existe otra palabra que pueda expresarlo, como repugnante es también que en los omnipresentes rótulos del Gobierno, aparezcan en el mismo nivel: Rubén Darío, Andrés Castro, Sandino y el Presidente de la República Daniel Ortega. Ese nivel de desfachatez es propio de gobiernos fascistas, autoritarios y mentirosos.
Pero la manipulación no es endémica del gobierno “cristiano, socialista y solidario” el lunes en los reportes de Última Hora de los periódicos nacionales presentes en la web, reproducían las declaraciones del COSEP en las cuales rechazaban que el desfile de los chavalos se hiciera en la Avenida del Hotel Hilton, cuando hace unos 7 años el ex Presidente Bolaños hizo lo mismo, sin que nadie reclamara absolutamente nada. Es esa manipulación mediática y ese doble rasero, el que no nos da moral para criticar los desmanes de este Gobierno. Es esa hipocresía la única culpable que cualquier personaje con ínfulas de héroe nacional puede hacer lo que sea con las leyes para imponer sus locuras, dignas de ser dictadas en un país de locos. Es por eso que en Nicaragua nadie puede exigir nada porque nos gusta que hagan lo que decimos y no lo que hacemos. Decepcionante.

viernes, 3 de septiembre de 2010

¡Arriba los pobres del mundo!


Es común ver en este país las carreteras, las rotondas, los pueblos estampados con unas rótulos sui generis, en estos rótulos se pregona que vivimos una época nueva, una especie de resurrección. En mayúscula se escribe ¡Arriba los pobres del mundo! O Nicaragua: cristiana, socialista y solidaria. Pero, ¿En la realidad de las cosas, el gobierno o sus seguidores más afortunados respetan a los pobres? Es que aquí estamos una hablando de una hipocresía inmensa, como del tamaño del San Cristóbal. Como en todo gobierno, este no es la excepción, aparece una nueva camada de “bendecidos” que o por servilismo o por capacidades propias detentan el poder. Son personas que viven bien, tienen automóviles, viajan al exterior, frecuentan los lugares más in del país y también son como copias calcadas de los personajes que podríamos ver en una serie producida en el imperio. No tengo nada contra ellos. Mi crítica es porque se actúan de dos maneras, en el discurso pegan cuatro gritos que este es el gobierno de los pobres, que el Pueblo es el Presidente, que la burguesía y la oligarquía va a desaparecer bajo una estampida del pueblo trabajador. Pero en su vida cotidiana se vuelven los impolutos, los que detestan los barrios marginales, los que si miran a un chavalito pidiendo un peso suben y enllavan sus ventanas y sus puertas, si vienen a limpiarle el vidrio activan el limpia-parabrisas, valga la redundancia. Estos personajes no soportan estar en el mismo lugar que chambrines y mucho menos se van a orar a rotondas y a defender “plazas de victorias” Es que a ellos no les llega el memo.
La hipocresía les viene directamente de su Líder. Porque el Presidente de los pobres viaja en avión privado, no come en fritangas a la vista y paciencia de la plebe, no lo ves en un cine haciendo fila o comiendo en el Food Court de Metrocentro. Y entonces, ¿donde quedo la autoridad moral que se necesita para decirle a sus simpatizantes que ser pobre es ser digno?
ARRIBA LOS POBRES DEL MUNDO, pero arriba de esta sarta de hipócritas.