martes, 23 de diciembre de 2014

¿Es el Canal la solución?


El 22 de diciembre, con la parafernalia debida, inauguraciones en el campo y en la ciudad, se dio por iniciada la obra cumbre para Nicaragua, la construcción del Gran Canal, sueño desempolvado con mas de 100 años de antiguedad. Se nos quiere vender este proyecto como la panacea a nuestros problemas, mas de 50,0000 empleos directos que vendrán a paliar la pobreza del segundo país mas paupérrimo del continente. Esa pobreza que no se ha podido erradicar en mas de 35 años de revolución, esa pobreza que mas bien se ha acrecentado en 16 años liberales y 19 años cristianos, socialistas y solidarios.  Con una inversión anónima de 50,000 millones de dólares se pretende construir una maravilla arquitectónica, la obra del siglo le llaman, aunque estructuralmente sea muy inferior a la Represa 3 gargantas, que trajo la movilización de sus casas de casi dos millones de chinos, pérdidas ambientales, ya que extinguió al delfín chino y barrió con patrimonio cultural de dinastías chinas. Tardó 17 años en construirse y contribuyó al encarecimiento de material constructivo en el mundo.

La familia Ortega, encabezada por el tridente Daniel-Rosario-Laureano nos ha querido hacer creer que esta es nuestra única oportunidad para dejar la pobreza, y son coreados por sus prosélitos, sin saber absolutamente nada de su artífice, el hermano Wang Jing.

Pero ¿Es realmente nuestra salvación? Panamá, vecino cercano a Nicaragua y dueño de un Canal, sigue sumergido en la realidad tercermundista, sin la magistral intervención del General Omar Torrijos, seguiría siendo propiedad de Estados Unidos y se reflejaría menos su impacto en la economía panameña. Para darnos una idea, Panamá tenía un PIB per cápita de 3000 dólares en 1980, fecha de la firma del Tratado Torrijos-Carter. En 30 años su PIB ha crecido hasta los 12000 dólares, pero en los últimos años ha venido decreciendo, tal vez por la recesión económica mundial o por la corrupción que campea libremente en el vecino sureño. El 37% de los panameños es pobre y la mitad de estos, extremadamente pobres, es decir, 1 de cada 5 panameños es extremadamante pobre. Cifras similares a las nicaraguenses.

La desnutrición en Panamá afecta al 20% de los niños, y se acentúa en la población indígena. Según la PREAL, la calidad educativa está por debajo de la media en Latinoamérica.

Al parecer, la cosa en Panamá no es tan buena, la distribución de la riqueza no es equitativa y es uno de los países con mayor inequidad social en AL, el pobre mas pobre y el rico mas rico. La inversión en educación no es la idónea y se siguen cultivando obreros y no emprendedores, ninguna institución universitaria panameña está entre las mejores del mundo, ni tan siquiera en las latinoamericanas.

Por otro lado, países sin canal, si han eliminado esa brecha enorme entre ricos y pobres, un ejemplo magnífico es Singapur, que pasó de ser una tierra arrocera en los rincones asiáticos a un ejemplo mundial de recuperación económica.

Desde 1965, mucho después de la construcción del Canal de Panamá, Singapur ha apostado por la educación y fuerte y sus resultados son sorprendentes. El PIB per cápita es de 61,000 dólares, su tasa de desempleo es del 2% tienen un superávit comercial de mas de 100,000 millones de dólares.

La educación es su obsesión y su principal recurso, apostaron por una educación bilingue y de calidad, no pensaron en criar a mano de obra, se dedicaron a criar a líderes educados.

Entonces, qué preferimos? Canal o Educación? La respuesta es simple y obvia, a menos que este Canal sea una mampara para hacerse de tierras y de negocios turbios que ni puedo imaginar. En vez de estar en las rotondas pidiendole a DIOS que bendiga al Canal, por qué no pedirle a nuestro Presidente que invierta en educación y salud y deje de hacer recortes graduales al Ministerio de Educación y Salud para darle mas dinero a instituciones obsoletas y nefastas como el Consejo Supremo Electoral y al Ejército de Nicaragua? Pero bueno, si queremos edificios como la zona costera de Panamá City y electrodomésticos baratos como en Colón, pues agarremos nuestra piocha y pala y vamonos con el Hermano Wang a partir en dos a Nicaragua. Ahí nos vemos, Filiberto!

viernes, 1 de agosto de 2014

Mi celular y yo.

Llevo menos de la mitad de mi vida usando celular, exactamente 13 años, sin embargo, debo admitir que mi dependencia hacia él, ya raya en lo vulgar. Lo primero que veo al levantarme es a ese aparatito inofensivo y adivinen ¿Qué es lo último que veo al dormirme, pues el celular, para activar la alarma.
Es que verdaderamente el celular es nuestra nueva navaja china. Si te ponés a pensar en todas las cosas que podés hacer con este artefacto. Ya dije la primera, la alarma, atrás quedaron los tiempos en los que me despertaba escuchando la radio. Aparte de eso, el celular le vino a quitar el trabajo hasta al reloj, aunque use un reloj en la muñeca o vea que hay un reloj en la pared, lo primero que voy a hacer es meterme la mano a la bolsa del pantalón y sacar mi teléfono para ver la hora. Sirve como radio, ya nadie escucha la radio, a menos que vayas en un carro, si acaso. Yo por ejemplo, escucho lo que quiero en Spotify, SoundCloud, IHeartRadio o compro las canciones en iTunes.
Ya no necesitás ir al banco, desde la aplicación de Wells Fargo puedo depositar cheques, pagar mis cuentas y saber mi balance. Si tengo algunos chelines ahorrados o me pase de jetón y gasté en lo que no debía. Con el celular podés pagar los servicios básicos, tales como agua, luz, internet, cable, cuenta de teléfono, lo que sea, ahí te lo cobran.
He comprado ropa, libros, tiquetes para ir al estadio o conciertos, pases para el bus, todo, sin necesidad de mover un paso, tan solo con deslizar mi dedo. También le ha usurpado su lugar en mi vida al televisor y hasta los diarios, tengo cienes de días de no gastar un peso en un periódico, sino años. Ya nadie compra mapas ni es necesario conocer la ciudad donde vivis, basta que introduzcas el lugar donde queres ir y en menos de lo que canta un gallo, algún satélite con fines militares te dirá por dónde agarrar para que llegués en el menor tiempo posible. La última pues, hoy bajé una app para ahuyentar a los zancudos, y aunque tenga escepticismo, no puedo negar que a pesar que anduve todo el día bajo el caliente sol floridiano, ni un bendito zancudo se atrevió a picarme. Disclaimer: Esta aplicación me aseguró que aunque no ahuyentara a todos los zancudos, si uno me picaba, el dolor iba a ser menor.

Pero a pesar de tantas bondades de los teléfonos inteligentes, debo decir que me sorprende como me retraigo cuando lo tengo en mi mano, en mesas de tragos o en un restaurante parezco idiota revisando cada segundo alguna red social o viendo cualquier babosada y por ser algunos de ellos tan costosos, hay gente que mata, literalmente, por robar algo tan banal. Espero poder quitarme muy pronto esa dependencia enfermiza hacia mi teléfono, pero mientras tanto ¿Qué aplicación me recomiendan descargar?