miércoles, 2 de marzo de 2011

EL CHINANDEGANO


¿Cómo es el chinandegano? Como chinandegano que soy voy a permitirme hacer unas cuantas anotaciones del sujeto en mención.
En primer lugar el chinandegano es alcohólico por excelencia. Liba como romano, no tiene un abanico de opciones para la ingesta de alcohol pero siempre busca el mismo ratonero para beber licor.
El chinandegano es fachento, tanto o más que los granadinos. Vive pendiente de lo que pensará su vecino. Se empeña en gastar el poco dinero que tiene libre para comprar teléfonos de última generación, andar uniformado con las mismas camisas que de seguro las encontrarás en 5 ciudadanos diferentes en el mismo bar. Consumirá en buenos restaurantes toda la quincena para andar como mujer de guardia al día siguiente. En fin, un creido de primer orden.
El chinandegano es un empresario nato. Le gusta el comercio, invierte y busca multiplicar su dinero, pero es avaro. Escurridizo para el fisco, un evasor de impuestos descarado. Y es de las personas que desconfía de la afortunada persona o institución a la que le dio su dinero.
El chinandegano como fanático deportivo es un arma de doble filo. Por una parte es fiel con su equipo. Llena estadios aunque el equipo esté en último lugar. Siempre el Efraín Tijerino tiene buena entrada. Ese es su lado amable, pero el grotesco ¿Cuál es? Es el de fanático irascible, el que no permite un error a sus jugadores, el que es capaz de agredir física y emocionalmente a su equipo. Al que destrona en 5 segundos a su ídolo. El crítico y manager por excelencia.
El chinandegano es fariseo, abarrota iglesias, pero aniquila honras. Es cuechero como él solo, no vive sino comenta la vida de los demás. Oculta la envidia bajo un disfraz de desdén.
El chinandegano es provinciano. Ese aire de montaña o de arrabal no lo pierde nunca. Podrá estar en el rincón del diablo pero no pierde su acento ni sus mañas, despotrica contra el pueblo, pero lo adora en su interior y no sería capaz de morir lejos de la ciudad que lo parió.
Pero lo que más daña al chinandegano es su indiferencia. Permanece apático a su entorno. No participa en actividades que ayuden a mejorar su ambiente. Se queja de todo y no hace nada para enmendarlo, se cree superior, pero es una superioridad del diente al labio. Si no es por pertenecer a la masa o la manada, el chinandegano no se inmiscuye en actividades que mejoren a su sociedad.
Creo que los chinandeganos deberíamos de volvernos más activos, más influyentes, deberíamos de reclamar el título de granero de Nicaragua. Demasiada haraganería y demasiada condescendencia. Ya es hora de mostrarle el respeto que se merece.

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