Por todas las redes sociales vemos que Estados Unidos se salió del Acuerdo de París, este es un acuerdo que se dio en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Fue firmado por 195 países en 2015 y seria aplicable en 2020. Dos países no lo firmaron, Siria, un estado fallido dividido y afectado por una guerra civil sangrienta que ha dejado miles de muertos y millones de desplazados y Nicaragua, que apeló a lo blandengue del Acuerdo y que este trasladaba la carga a los países en vías de desarrollo por todos los desmanes causados por países ricos e industrializados.
Medios serios y respetados han clamado que las razones por las que Trump se salió del Acuerdo son completamente diferentes a las razones por las que Nicaragua nunca lo firmó. Incluso contactaron a personeros de ProNicaragua, agencia de promoción gubernamental y dirigida por un hijo del Presidente Ortega, que realzaban las bondades de la energía renovable y que Nicaragua tendría un 90% de energía renovable para 2020.
En los medios internacionales se quiere hacer notar que en Nicaragua se trabaja por combatir el cambio climático, que Nicaragua es un país verde y que apuesta por las energías renovables. Esto esta completamente alejado de la realidad.
En primer lugar, las razones que mencionó Paul Oquist en la cumbre para no firmarlo me parecen falaces, mi apuesta es que se negaron a rubricarlo porque si lo firmaban, Nicaragua tendría que entregar a un Comité cuentas de todas las emisiones de gases del país, estas se verían afectadas seriamente si por algún milagro se construía el Canal de Wang Jing, además, si un país firmante excedía estas emisiones, tendría que pagar una multa.
Nicaragua no va a tener para 2020 una matriz energética renovable, actualmente el 49% de la energía es renovable, una cifra nada despreciable, pero muy lejos del 90% que apuesta el gobierno, Nicaragua producirá en 2020. Para muestra un botón, desde 2008, se incluye en el Plan Nacional de Desarrollo, la construcción de la represa Tumarín, el mayor proyecto energético del país, que costaría 1,100 millones de dólares y produciría casi 300 megavatios anuales, la mitad del consumo energético del país.
Por otra parte, a diario vemos los desmanes que comete una mafia maderera en los principales bosques y reservas naturales del país. El desplace va in crescendo, desde 1950 el país ha perdido mas de la mitad de sus bosques, anualmente se pierden casi 65 mil hectáreas, 650 kms cuadrados, para ponerlo en perspectiva, Masaya, uno de los departamentos mas poblados de la nación mide 611 kms cuadrados. De los cuerpos de agua, ni hablar, Tiscapa sigue recibiendo basura todos los días, en las últimas semanas incluso se habló de que unos cauces que servirían para palear los embalses que se producirían por la construcción del Estadio de beisból irían a parar a la laguna. Asososca está actualmente en un punto crítico, el año pasado el Salto de Estanzuela, uno de los mayores atractivos turísticos estaba seco.
La frontera agrícola avance desaforadamente, miles de manzanas se han desvanecido para dar lugar a nuevos campos de caña y de ajonjolí.
Hoy he visto miles de RTs y likes a artículos del WaPo y medios similares asegurando que las acciones de Trump y Ortega son completamente opuestas, cuando al final no es así, los dos van por el mismo camino, por la misma senda, no nos dejemos engañar, a los dos no les importa el medio ambiente, los dos solo velan por sus intereses, no nos dejemos dar atol con el dedo.