Este 10 de Enero se escribe un capítulo oscuro
en la historia moderna nicaragüense. Desde William Walker en Junio de 1856,
Nicaragua no tenía un presidente espurio. Atropellando inmisericordemente la
Constitución y brincando cual feliz saltimbanqui el Artículo 147, don Daniel
Ortega se pasará la Banda Presidencial a Don Daniel Ortega. La foto será la
misma de siempre: Doña Rosario sonriente, con el Cardenal meditabundo y Daniel
con su puño en alto, desafiando a la democracia.
El daño está hecho, la oposición ciudadana y
partidaria se cruzó de brazos y no pudo evitar el fraude como nunca se había
hecho en Nicaragua. Inauditable, cual blanqueo de capitales elaborado por una
mafia sin escrúpulos. Nos queda ser testigos mudos y pasivos de una farsa, de
un circo, de una comparsa mal elaborada.
Lo que me pregunto es lo siguiente: ¿Un buen gobierno del Sr. Ortega,
limpiaría su reelección?
La Compañera Rosario dijo que este será el mejor gobierno que las
familias nicaragüenses hayan conocido. ¿Por
qué no lo fue el pasado? En el 2011 las exportaciones nicas cerraron con el
récord de más de 2000 millones de dólares, pero el volumen de ventas al
exterior disminuyó con respecto al 2010.
Es ese capitalismo odiado por los
revolucionarios del Frente que mantiene a flote la economía de un país que no
produce. Un país que está acostumbrado a vivir de lo que sucede allende a
nuestras fronteras.
El salario mínimo sigue igual, microscópico,
mientras la canasta básica toma impulso y ya está cerca de llegar a la
mesósfera. No bastaron las láminas de zinc, los bonos a los empleados públicos
ni a los bachilleres para ser el mejor gobierno que hayamos conocido. Los
acuerdos con el FMI y el BM nos siguen recetando alzas onerosas en los
servicios básicos y se rumora de una reforma al Seguro Social que nos dejaría
esclavizados y sin asegurarnos un retiro digno.
La institucionalidad vive demacrada y a punto
de sufrir un derrame, pero las vallas siguen mostrando a un Daniel sonriente y
las rotondas siguen llenándose de chavalos alegres y combativos. La inseguridad
es tal que hasta en un hospital te matan y cuando vas para la calle bajás a
todos los santos del cielo para que te protejan. En números macros estamos
bien, pero somos los de a pie los que nos quejamos de los precios de las cosas,
del ladrón del barrio, de lo difícil que es progresar en nuestra sociedad.
¿Hasta cuándo doña Rosario y don
Daniel nos darán ese buen gobierno? ¿Será
necesario esperar otros cinco años y que nos prometan lo mismo? ¿Cuándo vamos a salir de la zona de confort y
empezaremos a exigir cambios reales en nuestra democracia de tres pesos? Estamos
claros que la culpa no es sólo del ex Presidente y su partido, la oposición
partidaria ha sido reducida a un círculo de payasos que día a día pierden
nuestra confianza y nuestros votos. Deberíamos de estar dispuestos a exigir un
nuevo rumbo. Mientras tanto, Nicaragua seguirá de luto, soñando con lo que
puede ser, pero nunca será.