domingo, 11 de septiembre de 2011

"Las Paralelas Históricas"


Diario en Nicaragua se vive una batalla ideológica sin sentido entre la izquierda y la derecha. Sé que las Paralelas Históricas fueron las corrientes en las que los conservadores católicos y los liberales progresistas se acogieron hasta antes de la Insurrección del 79, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional quebró esa hegemonía y de un solo golpe y con mano armada impulsó una tercera vía, que treinta años después, apoyado por un 40% de la población mantiene el control total de los cuatro poderes del estado.
Debido a personas fanáticas y desfasadas que añoran al enemigo ficticio del comunismo vemos diatribas contra Cuba, Venezuela y hasta a Daniel Ortega, estos creen que son ejemplos del pensamiento socialista. Los derechistas se auto llaman “defensores de la libertad”,” democráticos” pero creen en caudillos, no disienten de la línea oficial y siguen ciegamente al Mesías de turno. Los considero más honestos que los de la acera contraria, al menos no despotrican contra el consumismo ni contra el águila imperial o cualquier imperio.
Los izquierdistas son caricaturas calcadas de tiempos pasados. Idolatran al Ché, Sandino, Fonseca y en su vida los han estudiado. Piensan que son progresistas y apoyan a candidatos que coartan libertades individuales, que hacen un casamiento entre la Iglesia y el Partido y que nos hacen retroceder a tiempos decimonónicos.
Odian al consumismo y los vemos con productos y marcas exclusivas para una minoría de la población. Son clase media aburguesada que aspira a pertenecer a la alta, sabiendo que esa vía esta obstaculizada. Dicen que velan por los pobres pero en su vida han pertenecido a movimientos sociales que trabajen con las clases más desposeídas. Sus revoluciones y sus hombres nuevos son creadas en sofás viendo el mensaje del Líder que si trabaja por los pobres. ¡Patrañas!
No soy de izquierda ni derecha, no pierdo el tiempo en estúpidas etiquetas que hipócritas ponen en sus pechos. Si creo en que se debe respetar la Ley, que las obras buenas hay que aplaudirlas, vengan de donde vengan, que existe el derecho a la disensión y que si un caudillo desbarata todo lo que creo no merece tener mi voto de confianza. Si lo que hago me hace agente de la CIA o adorador de Castro, enhorabuena, que se engañen los tontos.

martes, 6 de septiembre de 2011

Mejor que esté allá.


Un dato es claro en Nicaragua, la gente o se quiere ir del país o tiene a alguien fuera de la patria. No sé si es el “efecto Ulises” que PAC nos explicaba en El Nicaragüense o que de verdad damos a Nicaragua por sentada. La mayoría nos damos por vencido, le damos la espalda al problema y agarramos nuestros bártulos buscando algo desconocido pero soñando que sea diferente.
En la última década el flujo de migrantes ha crecido considerablemente, ya el nicaragüense no migra por motivos políticos sino que lo hace por su sobrevivencia, por mejorar su calidad de vida y la de los suyos. Según un estudio del CEPAL, la proporción de remesas respecto al PIB alcanzan un poco menos del 20% y que los que las envían representan al 10% de la población total. Esto nos indica que los nicaragüenses que viven en el extranjero están haciendo las cosas por un país que le negó oportunidades.
También a los migrantes se les mira como un bloque económico, tanto desde la óptica gubernamental como la privada. Pero aún así se le niegan derechos básicos como el derecho al voto en el exterior y la imposibilidad de abrir una cuenta en el Sistema Financiero Nacional si no presenta su cédula de identidad; en otras palabras el nica en el exterior es una X, pero antecedida con un símbolo de dinero $.
El migrante es visto con mala cara, en el extranjero y en su propio barrio. En el extranjero por lucir o hablar diferente, en su barrio porque le fue a limpiar la mierda a culos de otros países. Se eliminan otras razones u otros empleos. Se desestiman las razones por las que se fue. Nada es importante como para trabajar de obrero o doméstica en otro lugar. El orgullo chauvinista nos ensena a comer basura aquí, antes que en otras latitudes.
Por esa razón el migrante nicaragüense es hostil y no confía en nadie, porque ni en su propio hogar lo miran como un propio, mucho menos que lo miren así en un lugar ajeno.
No he visto en esta campaña electoral ningún programa que permita el retorno de miles de compatriotas para establecerse en Nicaragua, como una forma de recuperar el tiempo perdido y como una forma de volver a creer en los que dimos por perdidos. No he visto tampoco a los candidatos a diputados proponiendo una ley para garantizar el voto en el exterior.
Estas actitudes me hacen creer que a los que viven en el extranjero no los quieren aquí, les incomoda el nuevo hablado y las nuevas costumbres, pero les interesan los dólares que diario entran a nuestro país. Talvez porque con ese dinero se hacen obras que nuestros políticos no pudieron hacer.
Ya es hora que la diáspora nica retorne y que los que estamos aquí no tengamos Visa para un sueño como el soundtrack de nuestra vida. ¿No lo creés vos también?