jueves, 13 de enero de 2011
Faranduleando en el estadio
En estos días, en cuatro ciudades de Nicaragua se respira, se come, se bebe y se duerme beisból. Esto es debido a que en la actualidad se disputan los últimos juegos de la temporada regular de la Liga Nicaraguense de Beisból Profesional.
No estoy seguro de lo que pasa en León, Managua y Granada, pero en Chinandega ocurre un fenómeno particular y todo esto activado por el sindrome del figureo. El Efraín Tijerino tiene un aforo de 6000 personas. En el estadio, se disfrazan los faranduleros. El “faranduleo” se nota más en las localidades de Palco, Palco Especial y Mezzanine. Aquí, algunas personas ataviadas con sus mejores trapos hacen gala de la desfachatez olímpicamente. Son fanáticos a muerte del equipo con mayor arrastre en el departamento aunque no sepan quién defiende la primera base, se pintan la cara, despotrican contra el equipo contrario y llenan su facebook con consignas victoriosas, sin importar que sepan o no sepan de beisból. Un caso repugnante ocurrió la semana pasada, cuando el Embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Robert Callahan, fue invitado especial a un encuentro beisbolero. Como cuando se derrama la miel y acuden en tropelía las abejas se comportaron los faranduleros en la localidad mas cara del estadio. Sin importar edades fueron ocupando sus asientos, dispuestos a aparecer a como fuere en la foto del recuerdo, aparentando ser amigo de decadas del visitante. Personas que nunca habían pisado el estadio se desgalillaban para hacerse notar delante del Embajador. Sentí pena ajena. Fue enervante sinceramente que por llenar egos vacios aparentaran ser una cosa que distan mucho ser en su vida cotidiana.
Pero hay otro tipo de farandulero, al menos ese para mi, merece un poco de respeto, es el farandulero alcoholico, aquel que se aparece en el estadio para disfrutar del dios Baco y hacer libaciones en el lugar de moda, aquel que dice que no le interesa como salga el equipo, total sólo fue a tomar guaro. Ese despotrica contra el equipo contrario y contra el local, su único amigo es el vendedor de cervezas y su amada es la Toña. Se desentiende del juego y se siente satisfecho hasta alcanzar la embriaguez para bailar y hacer el relajo.
Cosas veredes, Sancho amigo, el farandulero se tomó el estadio. No es que no quiero que no apoyen al equipo de mi ciudad, sino que enoja, que personas sin ningún pudor se engañen para ser aceptados en la tribu del momento.
Se acerca la Final, más de estas criaturas haran fila para entrar al estadio, sólo espero que estos personajes no desplacen de los asientos a los verdaderos fanáticos, porque LOS TIGRES SON LOS TIGRES!
jueves, 6 de enero de 2011
Año carroñero
Este año que recién comienza lo bauticé como el año de los carroñeros, bueno, ojalá y no sea un poco prepotente bautizar años, es una imitación de lo que hacen Juntas de Gobiernos, Pueblos Presidentes y Compañeras del Poder Ciudadano. Pero bueno, resulta que para desgracia de mi país, este año es en el que nos va a tocar ejercer “el sufragio universal, igual, directo, libre y secreto” según el Artículo 30 de nuestra Ley Electoral.
Si revisamos archivos de diarios, de radios o de televisoras, observaremos que estos años electorales, es cuando los políticos de turno abren la Caja de Pandora, donde salen todos los males que un ser común y silvestre se pueda imaginar, quedando enterrado, entre tantas calamidades la esperanza, que año con año es lentamente mutilada por nuestra clase política.
Este 2011, Año de los carroñeros, es también el año de los Lázaros, de sus tumbas van resucitando especímenes que pasaron postrados, esperando con ansía este bendito año, es ahí donde se lucen, donde empiezan a elaborar aburridos y monótonos discursos erigiéndose como los Mesías, los panaceas capaces de levantar en un dos por tres a Nicaragua, con fórmulas tan simples que dejarían boquiabierto a Pitágoras. Es el año de los sinvergüenzas con un pasado más pesado que una tonelada. Es el año de los mercaderes de casillas, que como en un stand de una feria y a precios, no de negocios, sino de bicocas ofertan deslucidas casillas, con banderas raídas y con tantos seguidores como los que tiene un cantante popular en una esquina de un parque.
Es el año de los delincuentes. ¿Quién no se acuerda de las grotescas imágenes que se dieron en el 2008? Sí, aquellas en las que un diputado venido del pueblo y por el pueblo trompeaba a un chavalo y otros orangutanes fajeaban a unos cipotes que sólo reclamaban su derecho a protestar, también aquellas donde un ex candidato a Alcalde, hoy el máximo representante del fraude, garroteaba a un anti motín de la Policía Nacional.
Es el año de las meretrices políticas, el año de las rameras que por unos cuantos pesos o por promesas de diputaciones, alcaldías, concejalías, magistraturas y ministerios alquilan su conciencia y su ideología, defraudando a sus votantes y a sus familiares. Y son engañados vilmente por sus clientes, pues después de la alharaca del primer domingo de Noviembre se olvidan de la firma del documento de reconciliación, se olvidan de la música de los chicheros que amenizaban la reunión, se olvidan del apretón de manos, con abrazo incluido y le dan su patada en la quijada para noquearlo y mandarlo al olvido, donde, de nuevo, esperará como gárgola a que pasen los años para volver a tomar su traje de buitre y cuando ese día llegue, volverá a maquillarse para tapar sus arrugas, sabrá que esta unos años más viejo, que su cuerpo no vale lo mismo que antes y que ofrecerá sus nimios servicios al orangután de turno, repitiéndose su ejercicio cíclico y para el que vino a este tierra.
En este año carroñero, hasta el momento, prefiero quedarme sentado en mi casa, viendo películas estilo Scarface o Taxi Driver, que andar de loco haciendo una fila para elegir a insignificantes candidatos. Igual, a mi Nicaragua la lidera una mafia.
Si revisamos archivos de diarios, de radios o de televisoras, observaremos que estos años electorales, es cuando los políticos de turno abren la Caja de Pandora, donde salen todos los males que un ser común y silvestre se pueda imaginar, quedando enterrado, entre tantas calamidades la esperanza, que año con año es lentamente mutilada por nuestra clase política.
Este 2011, Año de los carroñeros, es también el año de los Lázaros, de sus tumbas van resucitando especímenes que pasaron postrados, esperando con ansía este bendito año, es ahí donde se lucen, donde empiezan a elaborar aburridos y monótonos discursos erigiéndose como los Mesías, los panaceas capaces de levantar en un dos por tres a Nicaragua, con fórmulas tan simples que dejarían boquiabierto a Pitágoras. Es el año de los sinvergüenzas con un pasado más pesado que una tonelada. Es el año de los mercaderes de casillas, que como en un stand de una feria y a precios, no de negocios, sino de bicocas ofertan deslucidas casillas, con banderas raídas y con tantos seguidores como los que tiene un cantante popular en una esquina de un parque.
Es el año de los delincuentes. ¿Quién no se acuerda de las grotescas imágenes que se dieron en el 2008? Sí, aquellas en las que un diputado venido del pueblo y por el pueblo trompeaba a un chavalo y otros orangutanes fajeaban a unos cipotes que sólo reclamaban su derecho a protestar, también aquellas donde un ex candidato a Alcalde, hoy el máximo representante del fraude, garroteaba a un anti motín de la Policía Nacional.
Es el año de las meretrices políticas, el año de las rameras que por unos cuantos pesos o por promesas de diputaciones, alcaldías, concejalías, magistraturas y ministerios alquilan su conciencia y su ideología, defraudando a sus votantes y a sus familiares. Y son engañados vilmente por sus clientes, pues después de la alharaca del primer domingo de Noviembre se olvidan de la firma del documento de reconciliación, se olvidan de la música de los chicheros que amenizaban la reunión, se olvidan del apretón de manos, con abrazo incluido y le dan su patada en la quijada para noquearlo y mandarlo al olvido, donde, de nuevo, esperará como gárgola a que pasen los años para volver a tomar su traje de buitre y cuando ese día llegue, volverá a maquillarse para tapar sus arrugas, sabrá que esta unos años más viejo, que su cuerpo no vale lo mismo que antes y que ofrecerá sus nimios servicios al orangután de turno, repitiéndose su ejercicio cíclico y para el que vino a este tierra.
En este año carroñero, hasta el momento, prefiero quedarme sentado en mi casa, viendo películas estilo Scarface o Taxi Driver, que andar de loco haciendo una fila para elegir a insignificantes candidatos. Igual, a mi Nicaragua la lidera una mafia.
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